Las Ruinas del Monasterio de Lindisfarne, por Thomas Gritin, 1798.
Las ruinas del Monasterio de Lindisfarne, por Thomas Gritin, 1798.

Hoy (8 de junio del 2019) se cumplen 1226 años del inicio oficial de la Era Vikinga, y es que hoy es el aniversario del primer desembarco vikingo documentado en Lindisfarne.

Y he escrito muy a conciencia dos palabras en la primera frase del artículo: «oficial» y «primer desembarco». Esto se debe a que, según sabemos, los contactos de los escandinavos con todo el conjunto de las Islas Británicas empezaron bastante antes del año 793; territorios como las islas Orcadas, Shetland, las Hébridas o las Feroe ya habían recibido a los escandinavos a principios y mediados del siglo VIII. Ya más cerca de la fecha que nos ocupa, en la Crónica Anglosajona, encontramos el relato de un acontecimiento fechado en el año 787 o 789 (las crónicas no son muy claras al respecto y se cree que hubo algún error de datación) en el cual tres barcos escandinavos llegaron a la bahía de Portland. No obstante, ésta parece más una expedición comercial que se torció y terminó de forma bélica, más que una incursión propiamente dicha. Este acontecimiento no tuvo nada que ver con ninguna iglesia o monasterio – como sí los tendrían los inmediatamente posteriores – y, según la Crónica Anglosajona «la tripulación de tres barcos desembarcó en Portland, en la costa sur de Inglaterra y mataron a un juez local del rey quien los había confundido con comerciantes». Tal vez a raíz de ésta y de la facilidad que les supuso, comenzaron el resto. No obstante, el primer desembarco vikingo única y exclusivamente destinado al saqueo que a día de hoy tenemos documentado es el que se perpetró el 8 de junio del año 793 en las costas inglesas, en el monasterio de Lindisfarne, y es la fecha que ha escogido la historiografía oficial como pistoletazo de salida a la Era Vikinga. Por lo que nos cuenta, de nuevo, la Crónica Anglosajona —una de las fuentes más importantes de las que disponemos los historiadoras a la hora de abordar la historia de la Era Vikinga— este ataque causó una enorme conmoción en el mundo cristiano. Vamos a verlo a través de dos fuentes: (1) La propia Crónica Anglosajona (2) Lo que dejó escrito Alcuino, un erudito de Northumbria que estuvo en la corte del luego emperador Carlomagno.

«(1) Este año [793] vinieron terribles advertencias sobre la tierra de Northumbria, aterrorizando a todos: éstas fueron inmensos haces de luz cruzando a través del cielo, y torbellinos, y fieros dragones volando en el firmamento. Estos ingentes males fueron seguidos por una gran hambruna: y no mucho después, en el sexto día antes de los idus de enero de ese mismo año [en el original “vi id Ianr” (8 de enero), una confusión con “vi id Iun “(8 de junio)], las horrorosas incursiones de hombres paganos causaron lamentables estragos en la iglesia de Dios en la isla sagrada, mediante el saqueo y la masacre»

«(2) Nunca antes ha aparecido tal terror en Gran Bretaña como el que hemos sufrido de la raza pagana […] Los paganos derramaron la sangre de los santos alrededor del altar, y pisotearon los cuerpos de los santos en el templo de Dios, como el estiércol en las calles».

Islas Británicas, hacia el año 802. Heptarquía Anglosajona.
Islas Británicas, hacia el año 802. Heptarquía Anglosajona.

Cuando hablamos de vikingos y de su expansión, es inevitable hablar de Inglaterra ya que ésta fue el principio y el fin de la historia oficial de la Era Vikinga. ¿Por qué era tan importante Inglaterra para los vikingos? No lo sabemos a ciencia cierta, pero probablemente por cercanía y, aunque era un territorio cristiano ya por entonces, Inglaterra era una región que tras la caída del Imperio Romano recibió la migración de varios pueblos primos hermanos de los vikingos, los pueblos germanos de los jutos, anglos, sajones y frisones. Estos pueblos, además de la raíz lingüística, compartían con los vikingos la raíz de su mitología, la mitología germánica. Sea como fuere, la importancia de Inglaterra es más que evidente ya que no sólo la saquearon, sino que la colonizaron y se asentaron en ella, gobernando de facto y como reyes en algunos casos vastas extensiones. Y, ¿qué sabemos de Inglaterra en el momento de la llegada de los vikingos? Los vikingos llegaron, como hemos dicho, a una tierra en la que se habían establecido siglos antes otros pueblos, entre ellos los anglos, durante las primeras migraciones germánicas tras la caída del Imperio Romano y que denominaron Angleland, que significa, literalmente, tierra de los anglos. Esta denominación derivaría, con el tiempo, en el nombre de England, es decir, Inglaterra. Por lo tanto, Inglaterra en el año 793 estaba inmersa en lo que se conoce como periodo Anglosajón, un periodo que abarca desde el fin de la Britania romana en el siglo V – con ese establecimiento de los pueblos anglosajones – hasta la conquista normada en el año 1066. No obstante, las tierras de los anglos no eran un territorio homogéneo, si no que los vikingos se encontraron con el periodo que históricamente se conoce como la Heptarquía Anglosajona, un ‘país’ fragmentado en siete reinos (Northumbria, Wessex, Mercia, Anglia Oriental, Kent, Sussex y Essex) y en constantes disputas. Los vikingos iniciaron su Era Vikinga en uno de estos siete reinos, concretamente en Northumbria.

Lindisfarne y el Reino de Northumbria

Northumbria y Lindisfarne.
Northumbria y Lindisfarne

El Reino de Northumbria (Norþanhymbra, en sajón antiguo y Norðimbraland en nórdico antiguo) fue uno de los reinos menores de los anglos, uno de los reinos que formaron la anteriormente mencionada Heptarquía Anglosajona. Se baraja su fecha de fundación oficial entre finales del siglo VI y principios del siglo VII de la mano del rey Etelfrido, que unió los reinos menores de Bernicia y Deria. Su final se fecha en el año 954. Northumbria sufrió altibajos a lo largo de su historia, llegando a ocupar en el siglo VII las Tierras Altas de Escocia y Gales. A lo largo del siglo IX fue ocupado por los vikingos procedentes de Dinamarca y se integró en el año 829 a Inglaterra, con Egberto de Wessex.

En el año 627, bajo el reinado de Edwin, Northumbria se convirtió al cristianismo y pasó a ser el reino más importante de la zona, siendo nombrado Edwind bretwald (también brytenwalda, bretenanwealda, es un término anglosajón, utilizado en tiempos de la Britania post romana y designaba a un rey que detentaba una supremacía temporal sobre los restantes), sin embargo, poco tiempo después volvería al paganismo, hasta la reintroducción del cristianismo por parte del rey Oswaldo, quien encargó al monje San Aidan la fundación del monasterio de Lindisfaren del que hemos hablado hace escasas líneas. Así, Northumbria se convirtió en un enclave cultural de gran importancia, introduciéndose el cristianismo celta, sustancialmente distinto al catolicismo romano, que le dio un tinte único en toda Inglaterra. Esto duró hasta el año 664, con el Sínodo de Whitby, momento en el que la Iglesia Celta y la Romana se unieron, sin embargo, los atributos celtas sobrevivieron sobre todo en motivos artísticos que aún podemos contemplar a día de hoy.

Los siglos VII y VIII estuvieron marcados por luchas constantes con Mercia y con los escoceses. En el año 793 desembarcaban los vikingos en el reino y las guerras, el contacto, el comercio o el dominio vikingo se extenderían hasta la conquista normada de Inglaterra, en el año 1066.

Y los vikingos desembarcaron en Lindisfarne (Linidsfarena en inglés antiguo), una isla que se encuentra en el noroeste de Inglaterra, cuya historia documentada se remonta al siglo VI d.C. y que, en el momento de la llegada de los vikingos, formaba parte del Reino de Northumbria. El monasterio que saquearon los hombres del norte en Lindisfarne había sido fundado por San Aidan en el año 651, un monje irlandés al que el rey Oswaldo de Bernicia había encargado la tarea de evangelizar las tierras del norte de Inglaterra, enviado desde la Isla de Iona. Tras la fundación del monasterio, Lindisfarne se convirtió rápidamente en la base para la cristianización del norte de Inglaterra, enviando también misiones al reino vecino de Mercia. Pronto los monjes de la comunidad irlandesa de Iona (sacudida por los vikingos en numerosas ocasiones a partir del año 793) se asentaron en la isla. Uno de los monjes, San Cutberto, llegó a ser Obispo de Lindisfarne, obrando – según recogen las crónicas de Beda el Venerable – distintos milagros que le valieron la canonización, así como la inhumación de sus milagrosos restos en el monasterio en el año 687. Tras la invasión de los vikingos en Inglaterra, el monasterio fue abandonado hacia finales del siglo IX y los restos del santo – o lo que dejaron de ellos los vikingos – fueron trasladados a la Catedral de Durham.

¿Por qué comenzaron su expansión los vikingos? En el Ciclo del blog “La aparición de los Vikingos” puedes contestar esta pregunta.

Y, de propina, algunas canciones que hablan sobre el evento.

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

  • BOYER, Régis. La vida cotidiana de los vikingos (800-1050). José J. de Olañeta, ed, Palma de Mallorca, 2005.
  • BRØNDSTED, Johannes. The Vikings. Penguin, Harmondsworth, 1965
  • COHAT, Yves. Los vikingos, reyes de los mares. Ed. Aguilar Universal, Madrid, 1989.
  • DONALD, Logan F. The Vikings in history. Routedge, Londres, 1991.
  • HALL, Richard. El mundo de los vikingos. Ed. Akal Grandes Temas, Madrid, 2008.
  • JONES, Gwyn. A History of the Vikings. Oxford: Oxford University Press, Londres, 1968.
  • OXENSTIERNA, Eric Graf. Los vikingos. Ed. Caralt, Barcelona, 1977.