El Culto en la Era Vikinga

En esta entrada continuamos con la segunda parte del artículo «El Culto en la Era Vikinga«, de modo que, si acabas de aterrizar en el blog y vas a comenzar por esta entrada, te recomiendo que lo hagas por la anterior «Las Formas del Culto». Los que habéis leído la primera parte, podéis releer si quieréis la introducción de la misma, para refrescar algunos aspectos clave.

Continuemos con el Culto de los vikingos.

Parte II.

Los administradores del Culto.

Seidr (http://regalgamingnine.tumblr.com/post/32428727495/seidr-and-galdr-in-the-yggdrasil-rpg)
Seidr (http://regalgamingnine.tumblr.com/post/32428727495/seidr-and-galdr-in-the-yggdrasil-rpg)

Ya hemos comentado que cualquier parecido con nuestra idea de culto actual es puro anacronismo, por ello, entendidos como lo hacemos nosotros, los vikingos no tenían sacerdotes y parece que el concepto de clase sacerdotal separada les era completamente ajeno. No poseían ningún tipo de cuerpo religioso reglado o cerrado como por ejemplo los galos y sus druidas o los sacerdotes bíblicos. ¿Quiénes eran, entonces, los representantes de los Dioses en la tierra en el mundo de los vikingos? Lo más probable es que hubiese habido dos casos; de un lado reyes, jarls, líderes políticos u hombres libres (bondi) y de otro, alguna especie de sacerdotes. En ambos casos las funciones habrían sido las mismas: realizar fiestas, ritos, asambleas y sacrificios. Para Eugen Mogk existía en algunas partes de la civilización germana una clara separación entre los reyes y los sacerdotes, teniendo estos últimos una enorme preeminencia y poder sobre los primeros; se le elegía de entre las familias nobles y su cargo era vitalicio, sus disposiciones eran obligatorias incluso para el rey y era él quien escogía qué sacrificios debían realizarse. Además, estos sacerdotes habrían intervenido en la vida política haciendo leyes bajo el designio de los dioses, amparándolas e, incluso, exponiéndolas. Los germanos occidentales les habrían llamado êwato (defensor de leyes) o êsago (expositor de leyes). Habría sido también este sacerdote el presidente de las asambleas y el único con potestad para ejecutar ciertos castigos. Por otra parte no habría habido mujeres sacerdote ya que éstas estaban excluidas de la vida política, pero parece ser que los germanos del norte, los escandinavos, sí habrían tenido sacerdotisas, llamadas gyðyur, encargadas de guardar el templo y de recoger los tributos. Se dice que esto habría sido posible ya que los templos de los islandeses, los vikingos más “tardíos”, eran de propiedad privada. En la mayoría de los casos, el administrador del culto era el rey, es decir rey y sacerdote, y se le conocía con el nombre de gudja por los godos o goði por los escandinavos, y era responsable ante la comunidad de todo lo bueno que les enviasen los dioses, pero también de todo lo malo por lo que – como vimos en el apartado anterior con los reyes –, si sus acciones resultaban estériles, si sus sacrificios eran estériles, debía sacrificarse él mismo para que la divinidad se rejuveneciese en su sucesor.

Quiero hacer un breve alto en al camino para aclarar una cosa; debemos tener en cuenta que el libro en el que Eugen Mogk expone todas estas ideas es de principios del siglo XX y que, pese a llamarse “Mitología Nórdica”, la mayoría de sus alusiones hacen referencia a la mitología y a los pueblos germánicos en general y, sobre todo, a las épocas colindantes al Imperio Romano, algo alejadas de nuestros protagonistas vikingos. Cuando se refiere a los escandinavos los menciona como “pueblos germanos del Norte”, pero en líneas generales no existe apenas distinción, por lo que debemos ir con pies de plomo si usamos sus teorías. Por ejemplo, muchas de sus aseveraciones están basadas en las exposiciones de Tácito quien, por mucho que viese a los escandinavos, lo que vio fue a sus antepasados del siglo II dC, no del VIII y XI. Sin embargo, no he querido descartarlo sin más, ya que, amén que las fuentes nos escasean en este tema a los historiadores, como también vimos en el artículo anterior,  muchos de los elementos claves del culto de los vikingos tienen sus orígenes siglos antes.

De modo que, sin perder de vista ni un segundo las explicaciones de Eugen Mogk, vamos a seguir con las que nos ofrecen autores como Richard Hall, Régis Boyer, Patxi Lanceros, Manuel Velasco, Eric Graff Oxenstierna, Enrique Morales o Yves Cohat, entre otros. Partimos de la aceptación de la premisa que nos indica que sí es probable que hubiese existido algún tipo de “clero” o de “sacerdocio” pero del que no hay evidencias ni de que hubiese sido de carácter profesional, ni institucionalizado de alguna forma, ni semihereditario como, por ejemplo, la clase druídica celta, sino que el de los vikingos habría sido más bien de carácter chamanístico. Sin embargo, parece evidente que si es cierto que existieron templos o lugares de culto, como veremos que los hubo, también sea de algún modo evidente o necesario que existiesen personas que se ocupasen de cuidar, administrar y vigilar dichos lugares. Lugares que, posiblemente, subsistían gracias a los tributos u ofrendas materiales que se llevaban y que no habrían sido sólo para “aplacar la ira de los dioses”. Sabemos, según Adam de Bremen, que en el Templo de Uppsala los cristianos estaban excluidos del festival, pero a su vez estaban obligados a pagar una especie de multa por no asistir y sabemos que aquellos que no podían asistir por causas de fuerza mayor, aún así enviaban sus regalos a través de otros miembros que asistían.

Teniendo en cuenta, como también hemos visto, que se trata de una religión sin fe, sin  dogmas y sin ningún tipo de escrituras sagradas y teniendo en cuenta también que en la mayoría de los casos se habría tratado de rituales simples, muchos de carácter excepcional y mayoritariamente de carácter privado, es harto factible el hecho de que los vikingos no se hubiesen visto necesitados de una casta sacerdotal para administrarlos. Según las teorías de Régis Boyer, y al ser el sacrificio la forma más común de adoración a los dioses, lo más probable es que la figura más necesitada en cuanto al culto se refiere hubiese sido, a la postre, la de un sacrificador, más que la de ningún tipo de sacerdote. Éste habría llevado a cabo los sacrificios a los dioses, habría pronunciado algunas sencillas fórmulas u oraciones y habría presidido las ceremonias y banquetes. Por otro lado, es más que probable que en los templos o en ciertos lugares de culto más importantes sí habría habido algún sacerdote o alguna figura más especializada (casi nunca se nos habla de sacerdotes en plural y esto es importante) y en el caso de ser una ceremonia realizada en casa del rey, del jarl o de un líder de la comunidad, lo más probable es que la acción recayese en la propia figura de reyes, jarls o líderes. Algunas fuentes apuntan a que el propio rol del rey o líder germánico habría evolucionado derivado de algún tipo de oficio sacerdotal que habría a su vez derivado en un rol del rey paralelo al rol del goði; un cabeza de familia o de grupo de familias que sería también el administrador de los ritos y de los sacrificios. En el ámbito privado, el de la casa, la granja o la aldea, lo más natural es que el administrador los rituales, oraciones y sacrificios fuese el jefe de la familia o de la granja.

Sin apenas referencias y sin que sirva de generalización para toda Escandinavia o toda la Era Vikinga, en algunas fuentes islandesas (escritas en latín y siempre posteriores a la época en la que vivieron los vikingos) aparece una figura o clase que ya hemos mencionado, llamada goðar o goði, que habría ejercido algún tipo de responsabilidad religiosa e incluso civil, que es con la que nos vamos a quedar a modo de conclusión. Es importante indicar que cuando aparece este término lo hace en asociación a un dios concreto, no de un modo general, como freysgoði, que vendría a significar “el goði de Frey”, lo que nos indica que el goði en cuestión consagraba el culto a un dios concreto. ¿Quiere decir esto que habría habido sacerdotes o personal especializado en algunos dioses en concreto o que el goði se escogía para la ocasión y desempeñaba el papel que le tocaba? Es difícil de contestar y, como siempre, en la ambigüedad de algunas fuentes es probable que ocurriesen ambas cosas.

Pero no acaba aquí la cosa, si bien esa figura del goði habría sido generalmente masculina, a las mujeres se las ha asociado con algún tipo de oficio relacionado con la magia. Éstas eran las sacerdotisas dentro de la granja, en el ámbito del hogar, y poseían rituales y oraciones para acompañar casi todas las acciones de la vida cotidiana; embarazos, partos, hilado, tejido, cocina, etcétera. Existió una especie de magia más especializada, a la que se llamó seiðr, una especie de chamanismo femenino donde la oficiante, llamada sidkona o völva, entraba en trance para comunicarse con los espíritus y, se creía, sanaba o provocaba enfermedades, muertes, tormentas y hasta creaba ilusiones en la mente de los hombres. Esta figura la encontramos en textos como la Saga de Kormak, la Saga de Örvar-Odd, la Saga de Erik el Rojo o la Voluspa, siempre acompañada de otra figura femenina de la granja que supiese entonar los cánticos para la ocasión, el vardlokur. Si bien el seiðr habría sido un concepto eminentemente femenino, se tiene constancia de que hubo hombres que desempeñaron la misma función, llamados seiðrmennir, aunque con apariencia eminentemente afeminada (arg) para la ocasión. Incluso hubo hombres que desempeñaron esta función a los que se llamó seiðskratti que sí eran de condición abiertamente homosexual. Estos sacerdotes homosexuales o afeminados se encontraron especialmente relacionados con el culto a los dioses Vanir (los dioses más “espirituales”, en contrapartida a los Aesir, más “terrenales”); el ya mencionado sajón Saxo Gramático nos sugiere en su Gesta Danorum a unos sacerdotes relacionados con el culto al dios Frey de aspecto y ademanes claramente afeminados. Estudiosos mucho más actuales como el filólogo e historiador francés George Dumézil también nos hablan de estos sacerdotes de Frey e incluyen a los del dios Njörð que, además del aspecto y los ademanes femeninos, habrían llevado peinados y ropajes exclusivos de las mujeres de aquella época. ¿Por qué sucedía esto? Esto sucedía en relación o muy íntimamente ligado a otra de esas máximas categóricas de la idiosincrasia vikinga, el concepto del honor. Se creía que esa magia seiðr era una forma impropia y poco honrosa de vencer a los enemigos; utilizar la magia para ello era un acto terrible de cobardía, por lo que se consideraba impropio de los hombres y del ideal de honor y honestidad que les regía. Por otra parte, muchos de estos ritos mágicos incluían prácticas sexuales muy explícitas con la mujer, que en un hombre suponían de forma invariable un comportamiento homosexual pasivo.

En conclusión, admitiendo la existencia de personas más o menos especializadas en el culto, es posible que el mundo germánico se dividiese por géneros, estando el apartado de la hechicería, la adivinación o la magia en manos de las mujeres (como también la veleda de los búcteos o la ganna de los semnones) y el de oficiar ritos, echar suertes y observar presagios lo estuviese en manos de los hombres.

Para terminar este apartado, y en lo referente a su aspecto, no tenemos fuentes que nos hablen de ello o nos los describan detalladamente por lo que, siendo sinceros, no tenemos ni la más remota idea. Esto os lo digo porque somos muchos los que hemos visto la serie Vikingos de History Channel y nos hemos quedado embobados con los sacerdotes del Templo de Uppsala. Estoy intentado encontrar en qué se han basado para recrear la estética de los mismos, os lo haré saber.

Bibliografía

  • BERNÁRDEZ, Enrique. Los mitos germánicos. Ed. Alianza Enayo, Madrid, 2002.
  • BOYER, Régis. La vida cotidiana de los vikingos (800-1050). José J. de Olañeta, ed, Palma de Mallorca, 2005.
  • COHAT, Yves. Los vikingos, reyes de los mares. Ed. Aguilar Universal, Madrid, 1989.
  • DUMÉZIL, Georges. Del mito a la novela. Ed. Fondo de cultura económica, Madrid, 1993.
  • HALL, Richard. El mundo de los vikingos. Ed. Akal Grandes Temas, Madrid, 2008.
  • MOGK, Eugen. Mitología Nórdica. Ed. Labor, Barcelona, 1932.
  • NIEDNER, Heinrich. Mitología Nórdica. Ed. Edicomunicación, Madrid, 1919.
  • OXENSTIERNA, Eric Graf. Los vikingos. Ed. Caralt, Barcelona, 1977.
  • VELASCO, Manuel. Breve historia de los vikingos. Ed. Nowtilus, Madrid, 2012.
  • http://www.freethoughtnation.com/contributing-writers/63-acharya-s/666-ancient-unparalleled-pre-christian-temple-discovered-in-norway.html

Los próximos artículos serán el resto de partes que componene “El Culto en la Era Vikinga”

  • Parte III. Los lugares del culto
  • Parte IV. Un ejemplo de culto: el Templo de Gamla Uppsala